Comentario
El pop era un fenómeno de sociedades muy industrializadas, desarrolladas económica y visualmente. En España no alcanzó una incidencia importante y la figura de Alfredo Alcaín (1936), con lo que alguien ha denominado pop de pipera, es un buen ejemplo de lo que se podía sacar de la cultura visual en un país atrasado política y económicamente como era la España de los años sesenta.Aquí, por estas peculiares circunstancias, alcanzó más desarrollo un tipo de realismo crítico, que es un fenómeno muy extendido a mediados de la década. Sus mejores representantes fueron Rafael Canogar (1934) y Juan Genovés (1930), que no formaron un grupo, pero sí se pueden inscribir dentro de un movimiento más general denominado Crónica de la Realidad y que pretendía reunir a los realistas en torno al crítico valenciano Aguilera Cerni.Canogar procedía del grupo El Paso en los primeros años sesenta (1962-1963) vuelve a la figuración -siguiendo la tendencia general- sin abandonar del todo el informalismo hasta 1964, cuando opta por hacer una crónica contemporánea, que arranca de los medios de comunicación y permanece muy próxima a ellos; usando la fotografía, muy pocos colores y escasos elementos pictóricos. Pero el paso decisivo de Canogar en la recuperación de la figura se produce en 1967 cuando entra en la tercera dimensión. Con madera, poliéster y fibra de vidrio, construye esculturas sin rasgos individuales -tipos- "para hacer más real la presencia del hombre" -según sus propias palabras-. "Sus temas se hacen más opresivos, un arte de testimonio que muestra al hombre actual en sus circunstancias más adversas, casi siempre blancos y negros".Con puntos de contacto con un artista pop americano atípico como Segal, con el que comparte la falta de individualización de las figuras, existen sin embargo diferencias: el americano muestra la angustia y el anonimato de la sociedad industrial (sólo excepcionalmente hace crítica política), utiliza el color blanco y coloca a las figuras en su ambiente; el español hace patentes las consecuencias de una situación política represiva, utiliza el negro y las figuras forman parte de nuestro ambiente o nosotros formamos parte del suyo.Juan Genovés hacía al principio, antes de 1965, fecha de su primera exposición emblemática, collages con ropas viejas cargadas del drama de la represión en una plástica todavía expresionista, que guardaba contactos con un cierto pop. Pero en mitad de la década optó por pintar, con medios poco pictóricos, multitudes que huyen en manifestaciones, vistas desde lejos, como por el visor de la máquina de fotos. Monócromas, pequeñas -como animales que huyen asustados- y sin rasgos individuales, utilizan recursos que proceden de la fotografía y del cine, de los que se quedan muy cerca. Y muy cerca también del espectador, que se ve implicado, lo que diferencia de manera esencial a Crónica de la Realidad del Equipo Crónica, porque, como ha escrito V. Bozal, el resultado de las obras de Canogar y Genovés es de un marcado dramatismo expresivo: "proyectamos nuestra situación -en ambos casos (Genovés y Canogar) se trata de un arte de situación límite- sobre estas figuras y escenas, que nos invitan al reconocimiento y la identificación sentimental".